Por Dana Rodríguez
CDMX, 27 de octubre de 2025.- Tlalpan vuelve a ser presentada como ejemplo de “éxito” en seguridad, pero los números oficiales parecen decir más sobre la habilidad política del gobierno que sobre la realidad en las calles.
En la conferencia de este lunes con la Jefa de Gobierno, la alcaldesa Gabriela Osorio aseguró que los homicidios dolosos bajaron 29.8%, las lesiones por arma de fuego 40% y los robos de vehículo con violencia casi 45%. Sin embargo, la Fiscalía General de Justicia no ha transparentado cuántas de esas carpetas siguen abiertas ni cuántas se resolvieron.
Fuentes de la propia corporación admiten que muchas denuncias ni siquiera se formalizan, lo que genera un “efecto estadístico de disminución artificial”. Menos denuncias no significan menos delitos, y en Tlalpan el miedo a denunciar sigue siendo alto.
En comunidades rurales como Parres El Guarda o San Andrés Totoltepec, los vecinos aseguran que los operativos “son cada vez más escasos”. “Aquí seguimos organizados con nuestras alarmas vecinales. Si esperamos a la alcaldía, no llega nadie”, dice Patricia Vázquez, habitante del Ajusco Medio.
A pesar de los discursos oficiales, la desigualdad territorial y el abandono institucional persisten. Los pueblos originarios, que la alcaldesa menciona con frecuencia en sus discursos, siguen reclamando servicios básicos, alumbrado y atención policial.
Analistas locales señalan que la gestión de Osorio “recicla las mismas promesas” de administraciones pasadas, sin innovación ni inversión estructural. “La estrategia de seguridad de Tlalpan es un eslogan. No hay política pública detrás”, afirman los vecinos que están cansados de la inseguridad.
En la más reciente encuesta de percepción de inseguridad realizada por el INEGI, la gente que vive en Tlalpan dice sentirse cada vez más insegura pues la cifra subió de 54 % a 64 por ciento de los habitantes que tienen miedo de vivir en esa demarcación gobernada por Osorio.
Mientras tanto, la población enfrenta una doble realidad: un gobierno que celebra porcentajes y un territorio donde el miedo se mantiene intacto. En Tlalpan, las cifras bajan, pero la confianza ciudadana no sube.








