Ciudad de México. — No solo fue una audiencia judicial, fue un acto de tensión social. Este lunes, el juzgado de la colonia Doctores fue escenario de la audiencia de Ximena Pichel, señalada como “Lady Racista” por insultar a un policía con expresiones discriminatorias. Dada la reacción social de la semana anterior —con manifestantes lanzando líquidos e insultos—, las autoridades desplegaron un operativo de seguridad para evitar incidentes.
La resolución del juez fue precisa: vinculada a proceso, Pichel deberá ofrecer disculpas públicas, realizar servicio comunitario en el Conapred y firmar mensualmente; también se le prohibió salir del país. No obstante, su liberación ha sido criticada por diversos sectores que consideran que la agresión tuvo una carga simbólica mucho más grave que lo que la ley contempla como “falta menor”.
Este caso ha encendido un debate nacional sobre el racismo normalizado, el clasismo cotidiano y la aparente impunidad de figuras privilegiadas. Aunque no se trata de un caso aislado, sí es uno de los pocos que ha llegado a los tribunales y que ha generado una respuesta jurídica visible.
Para muchos, este juicio es un espejo incómodo del México desigual, donde los rostros, tonos de piel y niveles socioeconómicos aún definen el trato que se recibe de las instituciones y de la propia sociedad.