«Tabe se niega a rendir cuentas ante el Congreso CDMX»
Por HHR
CDMX, 24 noviembre 2025.- Mauricio Tabe, alcalde de Miguel Hidalgo, lanzó una nueva estrategia política: victimizarse para no rendir cuentas. Entre acusaciones de “campaña de linchamiento” y señalamientos al gobierno federal por la inseguridad y los homicidios de alcaldes, Tabe olvida que su responsabilidad es con sus vecinos, no con su ego político.
Con la idea de no acudir al Congreso de la CDMX para entregar su informe del gasto 2025 y solicitar el presupuesto 2026, argumentando un “clima de linchamiento” y que no hay “condiciones de gobernabilidad ni de orden”. Tabe prefiere enviar documentos por escrito y evitar preguntas incómodas antes que enfrentar la rendición de cuentas en persona. Lo que él llama dignidad es, en realidad, cobardía disfrazada de principios. Gobernar no es huir del escrutinio; es responder, explicar y justificar cada peso que se maneja.
Tabe acusa al oficialismo de desesperación y de querer un pueblo obediente, mientras él mismo se esconde del debate y recurre a declaraciones grandilocuentes para victimizarse. Su “transparencia” de que “investiguen lo que quieran, no tengo nada que ocultar” se derrumba cuando la primera oportunidad real de diálogo la evade. Resulta imposible tomar en serio a un alcalde que habla de democracia y participación ciudadana mientras elude el Congreso como si fuera un circo amenazante.
Sus señalamientos sobre la violencia en manifestaciones y la supuesta manipulación de grupos de choque parecen más una cortina de humo que un análisis responsable. Mientras Tabe lanza acusaciones al aire, la seguridad, la infraestructura y la atención ciudadana en Miguel Hidalgo siguen siendo su verdadero talón de Aquiles.
En resumen: Mauricio Tabe convierte cada crisis y cada trámite legislativo en espectáculo mediático para justificar su pasividad. El drama político no reemplaza la gestión efectiva, y negarse a acudir al Congreso por miedo a preguntas incómodas es una admisión tácita de incapacidad. No se trata de defender ideales democráticos; se trata de proteger su imagen. Y esa estrategia, más que valiente, es vergonzosa.







