Por Arturo Gutiérrez
CDMX, 28 agosto 2025.- La entrega de apoyos a jóvenes organizados en colectivos podría haber sido una oportunidad valiosa para sentar las bases de una política juvenil innovadora. Pero no fue así. Bajo el título de Juventudes Autogestivas, el gobierno de Clara Brugada vuelve a distribuir recursos públicos sin explicar cómo se van a supervisar ni cuáles serán los mecanismos para evaluar su impacto en el mediano y largo plazo.
De los casi 500 proyectos recibidos, se seleccionaron 250. ¿Quién los eligió? ¿Qué criterios se usaron? ¿Qué entidades van a evaluar que estos proyectos efectivamente transformen su entorno? ¿Quién determinó recibir de 5 mil a 25 mil pesos? Nada de eso se explicó.
El programa se sostiene sobre una idea loable: impulsar a colectivos juveniles para transformar su realidad. Pero sin objetivos medibles, sin metas claras, sin indicadores de impacto, y con un enfoque excesivamente ideológico, se convierte en otra entrega simbólica más que fortalece el control narrativo del gobierno y su capital político entre las juventudes.
En lugar de educación técnica, apoyo al emprendimiento real, incubadoras de innovación o capacitación laboral, se opta por la entrega directa de dinero a proyectos que suenan bien… pero que no necesariamente cumplen con criterios mínimos de política pública efectiva.
Con esto, Clara Brugada no impulsa la autonomía de los jóvenes: la coarta, al convertirlos en beneficiarios emocionales de un modelo clientelar disfrazado de participación social.