Redacción
CDMX, 30 de julio de 2025.- En la jungla urbana de la Ciudad de México, el rugir de motocicletas con escapes alterados se ha vuelto parte del paisaje sonoro cotidiano. Lo que para algunos representa poder y libertad, para otros es una agresión constante a la salud y el bienestar. La diputada Juana María Juárez López, de Morena, intenta poner freno a esta situación con una propuesta que busca modificar la Ley de Movilidad.
La legisladora denuncia que los escapes modificados no solo incrementan el ruido, sino que provocan daños a la salud física y mental de los habitantes, además de perturbar la fauna urbana. Es decir, el problema trasciende la estética o el ruido molesto: es un tema de salud pública.
En su exposición, Juárez señala que muchos motociclistas alteran los sistemas de escape para simular potencia. Esta práctica –común, tolerada y en muchos casos incentivada por falta de regulación efectiva– crea una atmósfera de impunidad acústica, que afecta a colonias enteras, especialmente en zonas densamente pobladas como Iztapalapa, Benito Juárez o Cuauhtémoc.
La iniciativa plantea que la Semovi encabece campañas educativas sobre este tema. Pero ¿puede la educación revertir una práctica tan extendida sin respaldo coercitivo? El reglamento actual de tránsito establece sanciones mínimas, y rara vez se hace valer. Los operativos son escasos, y no existe una estrategia clara de inspección técnica vehicular para motocicletas, como sí la hay para autos.
Esta omisión legal ha convertido a las motos alteradas en una fuente constante de estrés y deterioro ambiental, sin que se perciban esfuerzos reales por parte de las autoridades para detenerlo.
La propuesta de Juárez López puede ser un primer paso, pero se necesitará más que buena voluntad. Se requiere una reforma integral que regule, fiscalice y sancione, no solo que informe.