Redacción
CDMX, 10 agosto 2025.- El evento “Ciudades Cuidadoras y Transformadoras” reunió a figuras clave del oficialismo y del entorno político afín a Morena: diputadas, senadoras, alcaldesas, integrantes del gabinete local y federal, todas aplaudiéndose mutuamente mientras hablaban de transformación histórica. No se presentaron datos críticos, ni hubo cuestionamientos o voces técnicas que pudieran equilibrar la discusión. El foro fue más una escenificación política que un espacio plural de reflexión real.
Se aplaudió la llegada de Claudia Sheinbaum como presidenta, se exaltaron los logros del “tiempo de mujeres” y se reforzó la idea de que con mujeres en el poder todo cambiará. Pero el problema no es que se reconozca el momento histórico, sino que se idealiza el liderazgo femenino sin cuestionarlo ni evaluarlo críticamente. Como dijo la propia Brugada: “No basta con que lleguen mujeres, sino que gobiernen para cambiar”. Sin embargo, el foro no pareció abrir el espacio para discutir si eso está ocurriendo realmente.
Además, se omitió cualquier mención a los recortes presupuestales a programas de apoyo a mujeres a nivel federal, a la eliminación de estancias infantiles o a los vacíos que aún enfrenta el sistema de cuidados en México. La falta de autocrítica es un síntoma claro: cuando un foro se convierte en espacio de validación mutua, pierde su capacidad transformadora.
Finalmente, el llamado a crear una red de ciudades cuidadoras es sin duda una idea positiva. Pero si esta red está limitada a gobiernos ideológicamente afines, corre el riesgo de convertirse en una estructura clientelar o de propaganda más que en una verdadera red de aprendizaje colaborativo.
Una política pública no es un eslogan. Sin pluralismo, sin evidencia y sin control democrático, el riesgo es claro: que la “ciudad cuidadora” se convierta en un escaparate para discursos vacíos, mientras la vida cotidiana de millones de mujeres sigue igual.