Por NOTICIASCD.MX
CDMX, 08 septiembre 2025.- El pasado 7 de septiembre de 2025, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) informó la detención de María “N” y Samantha “N”, viuda e hija, respectivamente, de Felipe de Jesús “N”, alias “El Ojos”, exlíder del Cártel de Tláhuac. Ambas eran buscadas por su presunta participación en el delito de asociación delictuosa, en el marco de la continuidad operativa de esa organización criminal tras la muerte de su fundador.
La detención tuvo lugar en Pachuca, Hidalgo, y se logró tras meses de labores de inteligencia que determinaron su ubicación exacta. Contra ambas existían órdenes de aprehensión y una recompensa vigente desde abril de 2024. María “N” era considerada la heredera natural del liderazgo del cártel, mientras que Samantha, alias “Sam”, presuntamente operaba como encargada financiera y distribuidora de narcóticos.
Pero más allá del operativo policial y del anuncio oficial, el caso vuelve a poner en el centro del debate el silencio sistemático en torno a las redes políticas que permitieron el crecimiento, consolidación y expansión del Cártel de Tláhuac, especialmente durante la administración de Rigoberto Salgado, exdelegado en esa demarcación y actual funcionario en el gobierno federal de Morena.
Salgado fue señalado en diversas ocasiones por vecinos, medios de comunicación y legisladores por proteger a El Ojos y su organización, e incluso por facilitarle el control territorial de la alcaldía. En 2017, cuando el líder criminal fue abatido por la Marina, el entonces delegado se limitó a negar los vínculos, sin que la Procuraduría local ni el Congreso de la Ciudad impulsaran una investigación sólida. Desde entonces, el tema fue enterrado políticamente, pero la operación criminal continuó bajo la dirección familiar.
A pesar de los antecedentes y los señalamientos públicos, Rigoberto Salgado nunca fue investigado penalmente, y por el contrario, ha escalado políticamente dentro del partido gobernante. Hoy ocupa un cargo en el gobierno federal, protegido por la estructura partidista que nunca exigió rendición de cuentas.
La captura de las mujeres ligadas al Cártel de Tláhuac es una acción relevante en la lucha contra el crimen organizado, pero también evidencia la selectividad en el combate a la impunidad: se castiga a los operadores, pero se omite cualquier intento de depurar a quienes desde el poder facilitaron el ascenso del narcotráfico.