De delegado a don del poder: la doble vida de Rigo ahora es política de Estado”
Por: HHR
**Periodista con más de 20 años de experiencia. Editor en Selecciones Rider’s Digest**
Rigoberto Salgado ya no necesita esconderse en los callejones de Tláhuac. Hoy camina tranquilo por los pasillos de Palacio Nacional… o más bien, de la nueva oficina de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca que le otorgó Claudia Sheinbaum en su gobierno. ¿Quién lo diría? De exdelegado señalado por vínculos con el crimen organizado a funcionario federal. Como diría el clásico: ¡Viva México, ca…!
En Tláhuac lo conocían bien: un político de bajo perfil pero con mucho colmillo. Supo hacerse del control del territorio sin levantar polvo —bueno, salvo el que dejó el operativo de la Marina en 2017 cuando cayó “El Ojos”, líder del cártel local con quien supuestamente tenía cierta cercanía… por no decir “alianza”. Pero la historia, en vez de enterrarlo, lo recicló.
Hoy, ya no es “el Rigo de Tláhuac”, sino “el Rigo de la Federación”. Desde su nuevo cargo —estratégico, discreto y con acceso directo al oído de la presidenta—, continúa haciendo lo que mejor sabe: mover piezas, controlar voluntades, y repartir cuotas… de poder, claro.
¿Y la alcaldía? Sigue siendo su cantera. Funcionarios actuales deben el cargo a su bendición, y operadores políticos le rinden cuentas. Tláhuac es su bastión, pero su campo de acción ahora es nacional. Preocupa que un personaje con historial tan opaco sea parte del nuevo “gabinete de transformación”. ¿O será que ya transformaron la corrupción en política oficial?
Morena se indigna con la oposición, pero calla ante sus propios demonios. Y mientras tanto, Salgado sonríe: el barrio lo hizo, la política lo premió… y el crimen, parece, nunca fue obstáculo.