Por Dana Rodríguez
CDMX, 05 diciembre 2025.- El alcalde Javier López Casarín celebró el lanzamiento del microsatélite MXÁO-1 como un logro histórico. En su narrativa, Álvaro Obregón se subió a la era espacial. En la narrativa de los vecinos… no hay ni camiones para recoger la basura. Esa contradicción estalló en el Congreso capitalino cuando la Diputada Claudia Montes de Oca exigió transparencia y una revisión profunda del proyecto.
El problema no es el satélite. El problema es la opacidad total. No existe ningún documento público que aclare cómo se financió, qué objetivos tiene, si implica gasto de la Alcaldía o si es solo un proyecto de promoción personal disfrazado de avance tecnológico. La legisladora denunció que el alcalde ha invertido más energía en difundir el lanzamiento que en informar a quienes se supone deberían beneficiarse: los ciudadanos.
El paralelismo con administraciones anteriores no fue casual. Montes de Oca recordó las obras fallidas más emblemáticas —y más ridiculizadas— de la gestión de Sansores: macetas aéreas sin función alguna y escaleras eléctricas condenadas al olvido. El satélite, insinuó, podría ser la nueva pieza de colección en este museo de proyectos espectaculares que no sirven para nada.
Mientras tanto, Álvaro Obregón vive una realidad más terrestre:
luminarias apagadas, colonias inseguras, parques deteriorados y un deterioro urbano evidente que no necesita telescopio para verse. La diputada lo resumió en tribuna con precisión quirúrgica:
“Antes de mandar un satélite al espacio, hay que recoger la basura de las calles”.
El Punto de Acuerdo exige apertura de información, auditorías y, de haber irregularidades, sanciones. Nada extraordinario, excepto por el hecho de que la administración ha preferido mirar al cielo que al expediente.
La pregunta que se hace ya en redes y entre vecinos es simple y lapidaria:
¿De qué sirve un satélite si la Alcaldía no puede mantener iluminada una calle?






