Por Dana Rodríguez
Ciudad de México – Como parte de la integración de la Huella Hídrica en la agenda legislativa, el Congreso capitalino propone la creación de Observatorios Metropolitanos del Agua y Consejos Ciudadanos. El objetivo declarado: fortalecer la participación social y la transparencia en la gestión hídrica. Sin embargo, voces críticas dudan de su verdadero alcance.
“El papel todo lo aguanta. Pero los consejos ciudadanos terminan siendo decorativos si no tienen facultades vinculantes ni acceso a información oportuna”, comenta José Luis Martínez, integrante del Comité de Cuenca del Valle de México. La participación social efectiva no se limita a la presencia en mesas de diálogo; implica poder real para incidir en decisiones y presupuestos.
En la CDMX, la experiencia de los Consejos de Participación Ciudadana ha mostrado limitaciones importantes: escasos recursos, baja representatividad y falta de seguimiento por parte de las autoridades. El riesgo es que los nuevos organismos sirvan para legitimar decisiones ya tomadas, en lugar de abrir un espacio de deliberación genuina.
Si la gobernanza del agua quiere ser participativa, debe descentralizar el poder y garantizar acceso pleno a la información pública. Sin eso, la ciudadanía seguirá siendo observadora de un drama hídrico en el que no se le permite intervenir.